¿Qué haríamos nosotros ante un paciente con disfunción sexual?
Sexo y sexualidad: conceptos esenciales y diferencias
Generalmente, en la práctica clínica, los términos sexo y sexualidad se confunden. El sexo distingue si somos varón o mujer según genitales, implicando diferencias físicas, psíquicas y sociales. Por su parte, la sexualidad —según la OMS— es “la integración de los elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual por medios que sean positivamente enriquecedores y que potencien en las personas la comunicación y el amor”.
En resumen: intervienen cuerpo, emociones, conocimientos, experiencias y sociedad, orientados a la comunicación y relación significativa. No obstante, la cultura dominante reduce frecuentemente la sexualidad al orgasmo genital, ignorando la riqueza de sus dimensiones. Reducirla al coito es renunciar a casi todo su potencial. Nosotros, como profesionales, debemos optar por ampliar esa visión.
¿Qué son las disfunciones sexuales?
Definición y clasificación
Las disfunciones sexuales se definen como alteraciones clínicamente significativas en la capacidad de una persona para responder sexualmente o experimentar placer sexual. Según el DSM-5-TR, se agrupan en las siguientes categorías:
- Trastorno del deseo sexual hipoactivo en el varón: deseo sexual persistentemente reducido o ausente.
- Trastorno de interés/excitación sexual femenino: ausencia o reducción de interés/excitación sexual en la mujer.
- Trastorno eréctil: dificultad para lograr o mantener una erección.
- Trastorno orgásmico femenino: retraso o ausencia del orgasmo.
- Eyaculación retardada: retraso marcado o ausencia de eyaculación.
- Eyaculación precoz: patrón persistente de eyaculación que ocurre antes de lo deseado.
- Trastorno de dolor genitopélvico/penetración: incluye dispareunia y vaginismo.
- Disfunción sexual inducida por sustancias/medicación.
Este enfoque clasifica las disfunciones por género y contempla factores contextuales como duración, severidad, generalización, y factores médicos, psicológicos o relacionales asociados.
Epidemiología: cifras que no asombran
Las disfunciones sexuales son más frecuentes de lo que se cree:
- Hasta un 50‑75 % de las parejas puede presentar alguna disfunción.
- Trastorno del deseo hipoactivo: 6‑41 % en hombres; 25‑33 % en mujeres.
- Disfunción eréctil: afecta a un 13‑21 % de hombres entre 40‑80 años.
- Eyaculación precoz: entre 20‑30 % de los hombres.
- Anorgasmia femenina: 20‑42 % de las mujeres.
A pesar de su frecuencia, solo entre el 1 y el 10 % de los casos llegan a consulta médica.
Causas de las disfunciones sexuales
Factores físicos
Entre las causas orgánicas más frecuentes están la diabetes, hipertensión, disfunciones tiroideas, obesidad, enfermedades neurológicas y ciertos fármacos (como los ISRS, antihipertensivos, antipsicóticos, entre otros).
Factores psicológicos y emocionales
Ansiedad, depresión, baja autoestima, experiencias sexuales negativas, traumas o educación restrictiva pueden ser causas o agravantes.
Factores socio-culturales
Creencias religiosas, tabúes, falta de educación sexual, roles de género rígidos y expectativas sociales también pueden influir en el desarrollo de una disfunción sexual.
Protocolo de actuación en atención primaria
1. Anamnesis exhaustiva
Se debe explorar:
- Antecedentes personales: enfermedades, medicamentos, hábitos tóxicos.
- Historia sexual detallada: edad de inicio, frecuencia, calidad del orgasmo, mitos sexuales, traumas.
- Disfunción actual: duración, contexto, si es generalizada o situacional.
2. Exploración física completa
Incluir presión arterial, función cardiovascular, examen neurológico, palpación tiroidea, y exploración genital cuidadosa. Observar características sexuales secundarias, masas, sensibilidad, movilidad y temperatura.
3. Estudios complementarios
En dos fases:
- Primera fase: hemograma, glucemia, lípidos, función renal y hepática.
- Segunda fase: perfil hormonal, serologías (VIH, sífilis), cultivos.
4. Diagnóstico diferencial
Se debe distinguir entre causas físicas, psicológicas o mixtas. Evaluar si es primaria/secundaria, global o específica, y valorar el grado de sufrimiento subjetivo.
5. Intervención terapéutica
Educación y psicoeducación
Explicar el ciclo de la respuesta sexual, corregir mitos y reforzar la comunicación de pareja.
Ajuste de medicamentos
Revisar y modificar tratamientos que afecten la función sexual, como antidepresivos o betabloqueantes.
Tratamiento médico
Uso de inhibidores de la PDE‑5, terapia hormonal, lubricantes, etc., dependiendo del caso.
Terapia psicológica
Terapia cognitivo-conductual, de pareja, y técnicas de enfoque sensorial pueden ser muy efectivas.
Estilo de vida y apoyo familiar
Recomendaciones sobre ejercicio, dieta, descanso, manejo del estrés y apoyo de la pareja.
El rol clave del equipo de salud
Los médicos de atención primaria debemos actuar sin tabúes, integrando la sexualidad como parte de la salud integral. Una anamnesis correcta y una actitud abierta pueden marcar la diferencia en la calidad de vida del paciente.
Conclusión
Las disfunciones sexuales son comunes y afectan el bienestar integral de las personas. Nuestro rol como profesionales sanitarios es fundamental para ofrecer un diagnóstico certero, intervenciones oportunas y una escucha activa que permita devolverle al paciente una vida sexual satisfactoria.
Bibliografía recomendada
- Kaplan HS. Disorders of Sexual Desire. Brunner/Mazel, 1988.
- Masters WH, Johnson VE. Human Sexual Inadequacy. Little, Brown; 1970.
- DSM-IV, DSM-5: American Psychiatric Association.
- Herrero Mediavilla R. "Consulta diaria: ¿Qué haría usted ante..." Medicina Familiar, Oviedo.
- Montejo ÁL, Semergen. "Sexo, drogas y depresión…" El País, 2024.
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