Los miedos que vencí al emprender mi clínica psicológica en Nicaragua
No sé vos, pero yo muchas veces siento que tengo un pequeño pájaro loco dentro de la cabeza que no para de hablar. Esa voz interna que a veces me llena de dudas, que me recuerda mis miedos y que me hace cuestionar si estoy preparado para lo que viene. Esa misma voz fue la que más ruido hizo cuando decidí dar el paso de emprender mi propia clínica psicológica en Nicaragua.
Durante años soñé con tener un espacio donde pudiera acompañar a las personas en sus procesos, pero confieso que jamás imaginé el camino tan desafiante —y a la vez tan hermoso— que iba a recorrer. Hoy quiero contarte los mitos y miedos que tuve que vencer para llegar hasta aquí, con la esperanza de que mi historia te inspire si estás pensando en emprender tu propia clínica o proyecto profesional.
El punto de partida: del voluntariado al emprendimiento
Desde mi tercer año de la carrera de Psicología decidí hacer voluntariado en una ONG. Fue una experiencia transformadora, llena de aprendizajes y desafíos. Ahí descubrí lo mucho que me apasionaba el trabajo con las personas y la posibilidad de generar un impacto real en sus vidas.
Sin embargo, la situación en Nicaragua cambió. Muchas ONG tuvieron que irse del país, incluyendo aquella en la que trabajaba. Un día me encontré sin empleo, con un currículum lleno de experiencias valiosas, pero también con la tristeza de ver que las instituciones donde había trabajado ya no existían. Lloré tres meses seguidos. Sentía que todo el esfuerzo de años se desvanecía. Pero también comprendí que ese vacío era una oportunidad.
Fue entonces, en 2023, que decidí emprender. Me dije: “Si no encuentro un lugar donde seguir haciendo lo que amo, voy a crearlo yo”. Así nació mi clínica psicológica, un proyecto que no solo me devolvió el propósito, sino que me permitió diseñar la vida profesional que realmente quería.
Lo que nadie te cuenta sobre emprender una clínica psicológica
Emprender no es solo abrir un consultorio, poner un letrero y esperar que lleguen los pacientes. Es mucho más profundo. Es un proceso de crecimiento personal constante, donde cada paso te enfrenta con tus propias creencias, miedos y límites internos. Quiero contarte algunos de esos mitos que tuve que derribar para poder crecer como profesional y como persona.
#1 – ¿Quién soy yo para hacer esto?
Este fue uno de los miedos más grandes. Me cuestionaba si tenía la experiencia suficiente, si alguien confiaría en mí como terapeuta independiente. Me comparaba con otros colegas que parecían tenerlo todo resuelto y me preguntaba si estaba preparado para asumir el desafío.
Con el tiempo entendí algo clave: no necesitás ser el más experto para comenzar. Lo que te diferencia no es la cantidad de títulos, sino tu autenticidad, tu historia y la forma en que conectás con la gente. Cada psicólogo tiene una voz propia, un enfoque único, una historia que contar. Y eso es lo que más valoran los pacientes.
Hoy, cuando alguien entra a mi clínica, no busca “al psicólogo perfecto”, sino a alguien que lo escuche, lo comprenda y lo acompañe desde la empatía. Eso no se enseña en ningún manual; se construye con honestidad y con presencia.
#2 – Para emprender tenés que ser extrovertido
Durante mucho tiempo creí que los emprendedores exitosos eran los que hacían videos, hablaban en público y se mostraban todo el tiempo. Y yo, que soy más reservado, pensaba que nunca iba a poder lograrlo.
Hasta que comprendí que no hay una sola forma de ser emprendedor. En psicología, la conexión más poderosa no surge de la exposición, sino de la autenticidad. Decidí que mi marca personal sería genuina, tranquila, humana. Que no necesitaba fingir ser algo que no soy para atraer a las personas correctas.
Fue así como comencé a compartir mi historia y mi visión desde un lugar más real. Y, para mi sorpresa, eso generó más confianza y cercanía que cualquier estrategia publicitaria.
#3 – Otros lo están haciendo mejor
En el camino, inevitablemente aparecen las comparaciones. Veía clínicas más grandes, colegas con miles de seguidores o con espacios espectaculares, y me preguntaba si alguna vez podría estar a ese nivel.
Pero la verdad es que cada quien tiene su propio proceso. Entendí que compararme era la receta perfecta para la frustración. Emprender en psicología no es una competencia; es una construcción constante de identidad, reputación y confianza.
Hoy colaboro con otros profesionales como Karen Galeano, fundadora del Centro de Psicología Integral, con quien he impartido talleres de formación para psicólogos. Esa colaboración, lejos de generar competencia, me ha demostrado que crecemos mucho más cuando compartimos que cuando competimos.
#4 – Todo tiene que estar perfecto antes de lanzar
Uno de los mitos más peligrosos al emprender es creer que todo tiene que estar “listo” antes de empezar: la página web perfecta, el logo ideal, el consultorio soñado. Yo mismo caí en esa trampa.
Pasé semanas ajustando textos, colores, ideas… hasta que entendí que el perfeccionismo es enemigo del progreso. Mi clínica, mi sitio web y mis servicios han evolucionado constantemente porque yo también he cambiado. Lo importante no es empezar perfecto, sino empezar con propósito.
Hoy mi clínica aparece en las primeras posiciones de Google al buscar términos como “psicólogo cerca” o “psicoterapeuta en Nicaragua”. No porque haya sido perfecta desde el inicio, sino porque decidí mejorar cada día, aprender de mis errores y aplicar lo que iba descubriendo sobre posicionamiento web y marketing digital.
#5 – Emprender es un camino solitario
Dejar de trabajar en equipo para atender solo, frente a una computadora o en el consultorio, fue difícil. Extrañaba la energía de mis colegas, las conversaciones del día a día, el apoyo mutuo.
Pero con el tiempo descubrí que trabajar solo no significa estar solo. Me uní a comunidades de psicólogos, participé en capacitaciones y comencé a impartir talleres en empresas a través de Lyra, una empresa proveedora de servicios médicos corporativos. Esa red de colaboración me devolvió la motivación y me permitió seguir creciendo sin sentirme aislado.
Además, me encanta ofrecer capacitaciones y talleres para empresas sobre salud mental, liderazgo y bienestar emocional. Si te interesa, podés contactarme directamente al +505 89672200.
#6 – Si me apasiona, debería tener energía todos los días
Este fue otro aprendizaje valioso. A veces creemos que, si amamos lo que hacemos, vamos a estar siempre motivados. Pero no es así. Hay días difíciles, momentos de cansancio o desánimo, y está bien.
Emprender una clínica psicológica implica equilibrio: saber cuándo descansar, cuándo delegar y cuándo aceptar que no podemos con todo. No hay nada de malo en tomarse un respiro. La pasión no se mide por la cantidad de horas que trabajás, sino por la constancia con la que seguís adelante incluso cuando cuesta.
#7 – Hay que escuchar a todo el mundo
Cuando empecé, todos tenían algo que decirme: amigos, colegas, familiares, incluso personas que jamás habían trabajado en psicología. Cada quien tenía “la fórmula mágica” para mi emprendimiento.
Hasta que entendí algo esencial: no necesitás escuchar a todos, sino a quienes ya lograron lo que vos querés alcanzar. Por eso elegí formarme con personas que realmente sabían del tema, como los mentores que conocí en Tigo Nicaragua, donde tomé cursos gratuitos sobre marketing digital y posicionamiento web. Esa formación fue clave para hacer crecer mi clínica.
#8 – Planificarlo todo es garantía de éxito
Al principio creía que planificar cada paso era la clave. Tenía documentos, presupuestos, cronogramas, todo perfectamente organizado. Pero en la práctica, la realidad era otra. Aprendí que planificar es útil solo si estás dispuesto a ajustar el plan en el camino.
El mundo del emprendimiento psicológico cambia constantemente: las demandas de los pacientes, las herramientas digitales, las necesidades del mercado. Ser flexible es tan importante como ser disciplinado. Hoy combino planificación con acción, y ese equilibrio me permite avanzar sin quedarme paralizado por los detalles.
#9 – El ego como obstáculo silencioso
Quizás el reto más grande fue aprender a callar el ego. En algunos momentos tomé decisiones pensando en cómo se verían desde afuera, buscando reconocimiento más que satisfacción personal. Pero me di cuenta de que el verdadero éxito no es impresionar a los demás, sino sentir coherencia entre lo que hacés y lo que sos.
Mi clínica creció de verdad cuando empecé a actuar desde el propósito y no desde la comparación. Cuando dejé de buscar validación y comencé a enfocarme en servir. Ese cambio interno lo transformó todo.
Reflexiones finales: los miedos también enseñan
Emprender una clínica psicológica no es un camino lineal ni fácil. Está lleno de desafíos, dudas y aprendizajes. Pero cada miedo vencido se transforma en una lección invaluable. Hoy puedo decir que vale totalmente la pena.
Si estás pensando en iniciar tu propio proyecto, no esperes a tener todo resuelto. Empezá con lo que tenés, aprendé en el proceso y rodeate de personas que te inspiren. Recordá: el miedo es una señal de que estás creciendo, no una razón para detenerte.
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